sábado, 31 de octubre de 2015
El amor y el poder
La lucha por el poder se manifiesta en todos los vínculos, ya sea de manera directa o encubierta. Es preciso distinguir entre el poder que nos confieren nuestro talento y nuestras aptitudes, y el poder que se utiliza para adquirir superioridad o control. Una persona puede emplear el poder para dominar a otra y aparentar una fortaleza que, en realidad, encubre su debilidad, o como estrategia para evitar el temor inconsciente a la entrega.
Jung afirmó que, donde hay amor, no existe el anhelo por el poder y que este último indica falta de amor. No obstante, todos anhelamos sentir que somos dueños de tomar decisiones y, cuando estas incluyen a otra persona, se pueden suscitar enfrentamientos recurrentes.
Una relación mutuamente satisfactoria requiere de la capacidad para renunciar a algunas de nuestras aspiraciones. Esto no equivale al sometimiento: indica que se está dispuesto a postergar la satisfacción personal por el bien de la relación.
La existencia de pautas claras en cuanto a los límites de cada uno y la comunicación de los respectivos deseos, necesidades y temores suelen ser antídotos eficaces para los desacuerdos.
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