Sobre la luz que pueden dar las sombras
Al que siente demasiada admiración por una vocación ajena, se disgusta intensamente con el egoísmo o la agresión de los demás..., algo le está pasando...
Martes 12 de octubre de 2010 | Publicado en edición impresa.
"La sombra es todo lo que no queremos ser y todo lo que no sabemos que somos", define la psicóloga. Foto Mauro Roll.
Por Luis Aubele
"No nos convertimos en seres iluminados visualizando figuras de luz, sino volviéndonos conscientes de nuestra oscuridad", advertía el maestro Carl Gustav Jung (1875-1961), autor de la teoría de la sombra. La parte de la personalidad que se oculta por entender que es incompatible con la máscara, la imagen que se quiere mostrar a los demás para ser aceptado, comienza a formarse en la infancia con mandatos paternos que advierten que no se debe mentir, ser egoísta o agresivo, sino bueno y obediente. Y en el deseo de ser aprobado se reprime todo lo se piensa que puede desagradarles. Esa es la sombra. "Pero mencionar a la sombra nos asusta porque creemos que está compuesta sólo por aspectos negativos. Pero también tiene un lado positivo: todo lo que es desconocido para nuestra conciencia, e incluye talentos y dones sin desarrollar. Nos cuesta admitir que somos una mezcla de cualidades positivas y negativas. Podemos decir que la sombra es todo lo que no queremos ser, y todo lo que no sabemos que somos", explica Alicia Schmoller, psicóloga especializada en el tema.
Riesgos del enmascarado. "La máscara es necesaria para funcionar correctamente en una serie de situaciones, pero no debe convertirse en una estructura rígida. La máscara nunca refleja nuestra totalidad como seres humanos, y esa identificación cuando es excesiva tiene un costo: nos impide ser auténticos y vincularnos verdaderamente con los demás", sigue Schmoller.
Pistas. "Para crecer es fundamental que dejemos de ocultar nuestra sombra, de temerle, de ignorarla. Debemos integrarla a nuestra vida, traerla a la luz. Y el primer paso para reconciliarnos con ella es reconocer su existencia. La sombra continuamente nos deja pistas sobre su manera de ser y una de las mejores formas de reconocerla es observar cómo reaccionamos. Toda emoción intensa es señal de que se activó nuestra sombra, porque todo lo que admiramos y rechazamos en otros existe en nuestro interior."
Cualidades latentes. "Si critico a una persona por ser demasiado libre, o demasiado reprimida sexualmente, deberé examinar qué pasa con mi propia sexualidad. Si admiro a alguien porque es valiente o generoso será preciso investigar cómo desarrollar esas cualidades que indudablemente están latentes en mí."
El humor de la sombra. "Un día llegó una paciente que estaba furiosa con el ex presidente Bush porque decía que a él no le interesaba la ecología y, sobre todo, la salud de la gente. Pero más allá de la actitud de Bush, como pudimos analizar, su furia describía una parte oscura de sí misma: su madre había muerto de un cáncer súbito y ella debía hacerse controles periódicos, pero no los hacía. Es decir, que ella descuidaba su salud. Además, la sombra se manifiesta en nuestros actos fallidos, en equivocaciones y en el sentido del humor. Podemos descubrir huellas de la sombra en nuestros juicios y prejuicios, pero también en nuestros sueños", agrega.
Dólares y pañales. "Un paciente, joven maduro, pero aún muy dependiente de sus padres, cuyo conflicto era, precisamente, dejar de ser el bebe de la familia, soñó que veía un pollito con pañales y con un alfiler de gancho donde había prendido un fajo de billetes de 100 dólares. Aceptar el significado del sueño le permitió abandonar poco a poco la dependencia familiar y asumir su responsabilidad."
Yo te desplumaré. Otras pistas que la terapeuta aconseja tener en cuenta son las canciones que, casi inconscientemente, uno entona mientras trabaja, camina, se baña. Una paciente que mantenía una relación de pareja conflictiva que no daba para más se descubrió tarareando La Marsellesa. Comprendió y terminó la relación. "Yo misma, una mañana, mientras me maquillaba, me descubrí cantando Alouette je te plumerai (Alondra yo te desplumaré), una antigua canción infantil francesa donde se despluma totalmente a una alondra y que había aprendido cuando estaba en 4° grado. De pronto comprendí que tenía mucho sentido porque el día anterior vi cómo las palomas destruían las plantas del balcón de mi consultorio. En realidad, lo que quería era castigar, desplumar a las palomas."
PACIENCIA, AMOR Y HUMOR "Aceptar nuestra sombra requiere de paciencia, perseverancia, amor y humor. Reconocerla nos vuelve más amorosos y compasivos con nosotros mismos y con los demás. Nos ayuda a dejar de ver afuera lo que en realidad vive adentro, y dejar de luchar con los defectos ajenos en vez de modificar los propios. Amigarnos con nuestra sombra es la única alternativa posible para vivir en paz con nosotros mismos, una paz que luego se irradia a nuestro entorno. Podemos seguir el proceso siguiente: en un primer paso tomamos conciencia de nuestra reacción ante algo. Luego, nos damos cuenta de que eso frente a lo que reaccionamos también está presente en nosotros. El tercer paso, esencial, es comprender su sentido. Si me enojo porque veo a alguien egoísta, ver mi propio egoísmo (cuándo soy así, por qué, para qué), comprender de dónde proviene y ponerme a trabajar para superarlo."
LA LIBERTAD DE LOS PÁJAROS Schmoller es psicóloga egresada en Buenos Aires en 1973. Entre 1977 y 1985 vivió en Nueva York, donde se especializó en psicología transpersonal. Es discípula del doctor W. Brugh Joy, conocido investigador estadounidense del tema de la sombra. Es autora de La sombra. Cómo iluminar nuestros aspectos ocultos. "Los animales que amamos y aquellos que nos desagradan también nos permiten descubrir aspectos de nuestra sombra. Si amo a los perros porque los considero cariñosos y fieles, si no soporto a los gatos porque son traicioneros, si envidio la libertad de los pájaros, si temo a las serpientes porque son venenosas o a las ratas porque son escurridizas?, todo esto me da información acerca de mis proyecciones."
martes, 12 de octubre de 2010
jueves, 7 de octubre de 2010
La Proyección
LA PROYECCIÓN
Por medio del mecanismo inconsciente de la proyección, la psiquis profunda – el inconsciente - hace que ciertos aspectos de nuestro ser más vasto (los cuales, con frecuencia, son inaceptables para el ego) parezcan ser verdades objetivas, o bien, rasgos de lo que llamamos el mundo externo, el mundo “real”. No nos damos cuenta de que ha ocurrido una proyección de nuestro propio material interno. Pensamos que los acontecimientos y las personas son como los percibimos, y no nos damos cuenta de que hemos distorsionado la realidad externa por medio de energías inconscientes que influyen en nuestra percepción.
Cuando algo ha sido proyectado, lo percibimos como si realmente le perteneciera a otro/s. Tal como ocurre con el proyector de un cine, proyectamos sobre una pantalla externa una característica personal que luego parece existir afuera.
La visión es un fenómeno muy complejo que nos permite percibir internamente a los objetos y personas del mundo externo. El órgano que realiza este proceso es el cerebro, y la función del ojo es transformar las vibraciones electromagnéticas de la luz en impulsos nerviosos que se transmiten al cerebro. Dentro de nuestros ojos, el mundo está al revés: cuando una imagen atraviesa nuestras pupilas se invierte, y se desconoce el mecanismo que hace que la imagen vuelva a estar derecha. Además, en el punto de unión entre la retina y el nervio óptico existe un punto ciego, que carece de células fotosensibles; no obstante, a nivel visual no vivenciamos ese agujero.
Las imágenes que percibimos son modificadas y rellenadas por factores internos, y esto plantea un interrogante acerca de la naturaleza de la realidad que pareciera existir de manera objetiva, clara y obvia.
Cuando un patrón energético se encuentra activo en el inconsciente de una persona, y la realidad externa contiene un acontecimiento, persona o acción que se asemeja, aunque sea remotamente, a este patrón, el individuo proyectará el patrón inconsciente sobre la realidad externa. Obviamente, esto puede crear una distorsión en la percepción de la realidad externa, de la cual el individuo no es consciente. Esto nos permite comprender la causa por la cual las personas con frecuencia describen el mismo acontecimiento de maneras muy diferentes.
El dedo acusador es una técnica sumamente útil para recordarnos que ha ocurrido una proyección. Este es un concepto oriental sumamente antiguo. Cada vez que te des cuenta de que estás apuntando el dedo acusador contra algo o alguien —ya sea el gobierno de otro país, temas relacionados con las armas nucleares, la forma en la cual alguna persona se viste o se comporta, o como te sientes respecto de un adulto que abusa sexualmente de los niños—¡la mano que está apuntando tiene tan sólo un dedo apuntando hacia afuera, mientras que hay tres dedos que apuntan hacia ti! Este concepto es sumamente acertado, dado que la verdadera lucha con el material se encuentra fundamentalmente en los niveles inconscientes de tu propia naturaleza... y por lo tanto, mas allá de tu percepción consciente. La reacción es la consecuencia de tu propia defensa contra tu conocimiento inconsciente de que aquello que estás enjuiciando, aquello que crees que es tan terrible allí afuera, es de hecho una característica, impulso, o patrón dentro de ti, que seguramente se evidenciará periódicamente en tu propia vida. Y en la medida en que permanezcas inconsciente de lo que está ocurriendo, la energía psíquica que gastas a fin de defenderte y continuar proyectando deja de estar a tu disposición para ser utilizada para tu transformación psicológica y espiritual.
Cuando expandimos nuestra autorrealización al retirar el material que proyectamos sobre la pantalla de la vida, nos damos cuenta de la razón por la cual los sabios se refieren a la realidad externa como un espejo de lo interno. Todo lo que se vivencia “afuera” tiene equivalentes internos.
La mayoría de las personas que busca evoluionar mediante la toma de conciencia de sus sentimientos reactivos —las formas en que reaccionan debido a la proyección sobre el mundo externo de sus propios aspectos no resueltos y repudiados— se sienten conmocionadas al descubrir que la intensidad de sus proyecciones es mucho mayor de lo que inicialmente suponían.
La vida es siempre el espejo de nuestra realidad interior.
(adaptado del libro Avalanche, de W. Brugh Joy, y de mi libro La Sombra. Cómo iluminar nuestros aspectos ocultos)
Por medio del mecanismo inconsciente de la proyección, la psiquis profunda – el inconsciente - hace que ciertos aspectos de nuestro ser más vasto (los cuales, con frecuencia, son inaceptables para el ego) parezcan ser verdades objetivas, o bien, rasgos de lo que llamamos el mundo externo, el mundo “real”. No nos damos cuenta de que ha ocurrido una proyección de nuestro propio material interno. Pensamos que los acontecimientos y las personas son como los percibimos, y no nos damos cuenta de que hemos distorsionado la realidad externa por medio de energías inconscientes que influyen en nuestra percepción.
Cuando algo ha sido proyectado, lo percibimos como si realmente le perteneciera a otro/s. Tal como ocurre con el proyector de un cine, proyectamos sobre una pantalla externa una característica personal que luego parece existir afuera.
La visión es un fenómeno muy complejo que nos permite percibir internamente a los objetos y personas del mundo externo. El órgano que realiza este proceso es el cerebro, y la función del ojo es transformar las vibraciones electromagnéticas de la luz en impulsos nerviosos que se transmiten al cerebro. Dentro de nuestros ojos, el mundo está al revés: cuando una imagen atraviesa nuestras pupilas se invierte, y se desconoce el mecanismo que hace que la imagen vuelva a estar derecha. Además, en el punto de unión entre la retina y el nervio óptico existe un punto ciego, que carece de células fotosensibles; no obstante, a nivel visual no vivenciamos ese agujero.
Las imágenes que percibimos son modificadas y rellenadas por factores internos, y esto plantea un interrogante acerca de la naturaleza de la realidad que pareciera existir de manera objetiva, clara y obvia.
Cuando un patrón energético se encuentra activo en el inconsciente de una persona, y la realidad externa contiene un acontecimiento, persona o acción que se asemeja, aunque sea remotamente, a este patrón, el individuo proyectará el patrón inconsciente sobre la realidad externa. Obviamente, esto puede crear una distorsión en la percepción de la realidad externa, de la cual el individuo no es consciente. Esto nos permite comprender la causa por la cual las personas con frecuencia describen el mismo acontecimiento de maneras muy diferentes.
El dedo acusador es una técnica sumamente útil para recordarnos que ha ocurrido una proyección. Este es un concepto oriental sumamente antiguo. Cada vez que te des cuenta de que estás apuntando el dedo acusador contra algo o alguien —ya sea el gobierno de otro país, temas relacionados con las armas nucleares, la forma en la cual alguna persona se viste o se comporta, o como te sientes respecto de un adulto que abusa sexualmente de los niños—¡la mano que está apuntando tiene tan sólo un dedo apuntando hacia afuera, mientras que hay tres dedos que apuntan hacia ti! Este concepto es sumamente acertado, dado que la verdadera lucha con el material se encuentra fundamentalmente en los niveles inconscientes de tu propia naturaleza... y por lo tanto, mas allá de tu percepción consciente. La reacción es la consecuencia de tu propia defensa contra tu conocimiento inconsciente de que aquello que estás enjuiciando, aquello que crees que es tan terrible allí afuera, es de hecho una característica, impulso, o patrón dentro de ti, que seguramente se evidenciará periódicamente en tu propia vida. Y en la medida en que permanezcas inconsciente de lo que está ocurriendo, la energía psíquica que gastas a fin de defenderte y continuar proyectando deja de estar a tu disposición para ser utilizada para tu transformación psicológica y espiritual.
Cuando expandimos nuestra autorrealización al retirar el material que proyectamos sobre la pantalla de la vida, nos damos cuenta de la razón por la cual los sabios se refieren a la realidad externa como un espejo de lo interno. Todo lo que se vivencia “afuera” tiene equivalentes internos.
La mayoría de las personas que busca evoluionar mediante la toma de conciencia de sus sentimientos reactivos —las formas en que reaccionan debido a la proyección sobre el mundo externo de sus propios aspectos no resueltos y repudiados— se sienten conmocionadas al descubrir que la intensidad de sus proyecciones es mucho mayor de lo que inicialmente suponían.
La vida es siempre el espejo de nuestra realidad interior.
(adaptado del libro Avalanche, de W. Brugh Joy, y de mi libro La Sombra. Cómo iluminar nuestros aspectos ocultos)
martes, 3 de agosto de 2010
Nueva Fecha: Sábado 23 de octubre. La máscara y la sombra en nuestros vínculos
La sombra comienza a formarse en la infancia con la represión de las cualidades criticadas y rechazadas por nuestros padres. Este proceso, que continúa luego con otras figuras significativas, contribuye al desarrollo de la máscara, compuesta por todos los rasgos que empleamos para obtener el amor y la aprobación de los demás. Si bien la máscara es necesaria y útil a fin de funcionar adecuadamente en una serie de situaciones, el esfuerzo por proyectar la imagen deseada no es inocuo: no podemos acceder a nuestro ser esencial si quedamos excesivamente apegados a nuestro ser inauténtico.
La sombra se manifiesta especialmente en nuestros vínculos, que constituyen la base, los cimientos de nuestra vida. Sin embargo, pese a su importancia, las relaciones suelen ser un área conflictiva para muchas personas. A partir de nuestras experiencias infantiles, hemos desarrollado una variedad de estrategias para evitar el dolor. Si bien su función es protegernos, nuestros patrones defensivos recurrentes a menudo nos dejan solos y aislados.
Uno de los propósitos de las relaciones – en particular, la relación de pareja - es la expansión de nuestra conciencia y de nuestro corazón. Por esta causa, las relaciones tienden a reactivar los conflictos y las heridas irresueltas: para que logremos sanarlas y trascenderlas. De este modo, nos enfrentan con la necesidad y el desafío de realizar un trabajo de apertura y crecimiento personal.
Una buena relación no es un regalo, sino un logro.
En este taller se emplearán diferentes técnicas a fin de expandir nuestra capacidad para vincularnos: la exploración de patrones y experiencias vinculares recurrentes, la interpretación de sueños, la visualización e imaginación activa, y diferentes tipos de meditación.
Fecha: Sábado 23 de octubre, de 10:00 a 18:00 horas.
Inscripción hasta el 15 de octubre.
La sombra se manifiesta especialmente en nuestros vínculos, que constituyen la base, los cimientos de nuestra vida. Sin embargo, pese a su importancia, las relaciones suelen ser un área conflictiva para muchas personas. A partir de nuestras experiencias infantiles, hemos desarrollado una variedad de estrategias para evitar el dolor. Si bien su función es protegernos, nuestros patrones defensivos recurrentes a menudo nos dejan solos y aislados.
Uno de los propósitos de las relaciones – en particular, la relación de pareja - es la expansión de nuestra conciencia y de nuestro corazón. Por esta causa, las relaciones tienden a reactivar los conflictos y las heridas irresueltas: para que logremos sanarlas y trascenderlas. De este modo, nos enfrentan con la necesidad y el desafío de realizar un trabajo de apertura y crecimiento personal.
Una buena relación no es un regalo, sino un logro.
En este taller se emplearán diferentes técnicas a fin de expandir nuestra capacidad para vincularnos: la exploración de patrones y experiencias vinculares recurrentes, la interpretación de sueños, la visualización e imaginación activa, y diferentes tipos de meditación.
Fecha: Sábado 23 de octubre, de 10:00 a 18:00 horas.
Inscripción hasta el 15 de octubre.
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