Nuestra perspectiva personal tiñe todo lo que creemos registrar como realmente es. Para comenzar a reconocer a la sombra, precisamos darnos cuenta de la gran capacidad para proyectar de la mente, en lugar de arrogarnos certezas que sólo son válidas a nivel subjetivo.
La proyección no es algo malo o bueno, sino, simplemente, una característica de todo ser humano. No es necesario esforzarnos para dejar de proyectar, sino tomar conciencia del efecto de nuestras proyecciones.
Las proyecciones condicionan nuestros vínculos. Vemos en los demás nuestros aspectos proyectados y tendemos a cristalizarlos, ya sea porque atraemos a personas que los espejan, porque interpretamos su comportamiento en función de nuestras características inconscientes, o porque las inducimos a actuarlas. El resultado es una relación ilusoria con los demás, y nuestro entorno se convierte en una réplica de los aspectos desconocidos de nuestro propio ser.
Como afirmó Jung, en el camino de la vida, detrás de infinidad de disfraces, nos encontramos una y otra vez con nosotros mismos.
lunes, 7 de enero de 2013
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario